

Ve la vida color de rosa, todo tiene que ser dulce y el término “divino” es su muletilla. Le gustan las telenovelas centroamericanas que le quemaron la cabeza por años haciéndole creer en el final feliz con perdices. Tan positiva que nos empalaga, dudamos que la realidad la toque con su cuota de sufrimiento y sombra. Una vez encuentre al hombre de sus sueños, esta niña azucarada pondrá en marcha el plan de boda perpetrado desde su infancia. Es probable que viva feliz un extenso matrimonio y perpetúe su legado, previo adoctrinamiento de su princesita sucesora.
16. La que no lo ama
Le pone ganas pero no hay caso. Rumbo al sexto mes de
