sábado, 21 de junio de 2014

Viaje hacia el núcleo azul: a long and hard blues


"-Goodbye, my love. Just say goodbye and drive safe.”



Ese día estaba para vestirse de azul. No quería que otro le dijera que estaba triste y la ironía de un pasado que volvía para morderla por atrás no le resultaba graciosa. 
Disolverse en la nada, es lo que estaba necesitando. Después de lo que había pasado, se veía que el tiempo la curaba muy despacio.
Pero la fe la mantenía, porque muy pronto todo recomenzaría. El río seguiría corriendo y la limpiaría con sus aguas sagradas.
Esa réplica vieja suya, se había ido. Ahora se tenían que desvanecer el resto de los fantasmas.
Exorcismo o terapia de choque, eran las posibles salidas. Tal vez necesitaba hablarles en distintos idiomas para espantarlos de su mente.
Por eso empezaría a ser bilingüe. Tenía que practicar para poder comunicarse mejor con los de la otra mitad.
-Yes, one way ticket. Not planning to return in a year, maybe.
Les diría adiós y hasta el próximo año.
-Not wanting to stay, like the frog that get’s boiled in warm water.
-Ya sabés, es agua tibia y luego te empezás a quemar. Cuando te diste cuenta ya es demasiado tarde y sos el puchero de alguien.
-Then you have a gun pointing at you and a lousy job, or a big debt or a marriage...
-Y no podés decir que no te lo buscaste, echándole toda la culpa a la presión social.
-You talk to your lawyer: “I don’t know what‘d happen to me”.
- Fue emoción violenta.
- Got the blues?
Sí, un largo y duro blues.

sábado, 14 de junio de 2014

Nuevo viaje al círculo blanco: Hardcore




Esperaba sentir algo. Luego de tanto tiempo se había determinado a perdonar. Pero algunos días los recuerdos estaban cerca y volvían como flashes indeseados.
Eran otros tiempos, otra gente cerca, un buen momento para saborear la soledad y la calma. Qué feliz se podía ser sin nada. Le faltaba terminar con las ganas de restregarle a algunos la cara contra el piso.
Se esforzaba por caminar liviano en la estepa siberiana. Solo Dios sabía cuánto se esmeraba por no desear controlar nada y aceptar las cosas como se le presentaban.
Caminar hacia el próximo círculo blanco, uno más dentro del infinito caleidoscopio. Cada vez que entraba en uno, pasaba al siguiente. El trayecto era largo y necesario, si quería llegar al núcleo duro de su alma.
Cada vez estaba más cerca. Esa parte que había estado dormida por tanto tiempo, estaba comenzando a despertarse. El miedo de abandonar su zona de confort a veces se entrometía. Debía combatir todo intento de seguridad, si quería encontrar lo que buscaba.
Hoy no era el día para descansar.

Siberia V


Estaban ahí, se dio cuenta, los trazos de los símbolos que le indicarían el camino. Después de todo, siempre se las había arreglado para volver a casa.
Uno, dos, tres puntos para completar la figura sagrada. Mucho tiempo después seguirían resonando los ecos y las imágenes refractadas.
Lo había dejado todo lejos y no pararía hasta conseguirlo. No importaba cuánto tiempo faltara, ya había empezado a ser el momento.
Libre al fin de pensar en el amor perdido, no quería nada propio, ni siquiera su cuerpo que a veces la detenía. No necesitaba nada más que sus manos y la ayuda de algo más grande, algo que sabía que estaba ahí.
Algo que los demás también conocían; pero que por alguna razón buscaban golpeándose entre las paredes. Por eso vivían magullados, llenos de ansias de liberación. Hasta el momento en que pudieran convertirse en pura energía.
Un atardecer bajo la nieve, ella y el tigre se dieron cuenta de que algo estaba empezando en ese preciso momento. Permanecieron quietos y atentos observando el azul del hielo.
Luego, soplaría el viento fresco una mañana y en sus oídos les dejaría el mensaje.
Escribiría los símbolos, desde sus manos hasta sus brazos desplegados. Los colores se grabarían en su piel y el agua sería algo más que vida.
Llegaría ese momento, en que lo anticipado sería el presente y las piezas se conectarían con el todo.