Se sentía como un animal enjaulado, con su eterno ruido de distorsión de fondo, ese que a veces no le dejaba pensar. Nunca le había gustado la falsa pirotecnia de los de su era y la de la próxima le semejaba absurdo exhibicionismo.
En el medio de algo que no sabía bien qué era, decidió hacerse a un lado. Sonrisas muy blancas en noche de maniquíes y playmobils. Plato del día: “Respuestas demasiado simples”.
A veces prefería decir no antes que regurgitar los últimos estertores de esta sociedad. Otras veces su morbo no podía escapar al de ellos.
¿A dónde van los deshechos, los adefesios, los desheredados? Ya no hay memorias del subsuelo ni ocultos cazadores. Hasta Don Quijote está más que muerto y enterrado, con una Academia entera que piensa en él.
La venganza de los Avida Dolars ya fue consumada. Los matrimonios blancos se terminaron por diferencias en el contrato y ahora los solitarios se pelean con los descastados por un poco de atención. Todos buscando lo mismo sin saber bien qué.
No hay monedas que entren en las ranuras, sólo queda la vía de la introspección on line. Versión final: réplicas de nosotros mismos, fagocitados para luego vomitarnos con retoques y efectos. Conmovidos todos los días porque no queda otra. Trabajando por la misma razón y duplicándonos porque nos da lo mismo.
Preguntas (¿no intentan ser retóricas?):
¿Hay algo verdadero? ¿Algo único y original que escape a lo vintage?
Sin derechos de autor, ¿será todo tal vez algún día copiado y pegado hasta el infinito? ¿No hay yo? (quién sabe lo que hubo, porque algo existió en ese momento en que se escapó, sin darse cuenta). Entonces, ¿somos todos en el fondo ecuaciones tautológicas?
Antes que termine alguien lo sabrá, luego quizás no. La respuesta no es por vía racional, es por desgaste de la existencia, es por búsqueda luminosa.
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