sábado, 30 de octubre de 2010

Hannah y los objetos afilados




Necesitaba salir y hacer algo normal, así que fue al supermercado a pasear entre las góndolas. Su trabajo la estaba matando y había estado en uno de esos momentos en que por alguna oscura razón lo de todos los días no tiene sentido. Se sorprendió de las nuevas galletitas dulces que se preparan en tan sólo cinco minutos en el microondas y le pidió a la cajera un calmante.
-¿Algo más?
–Sí que por favor le peguen un tiro al cantante latino que no para de repetir como un desquiciado: te amaré, te amaré, te amaré…- pensó sin atreverse a decirlo.
-No- dijo su versión amable.
A veces creía que se iba a volver loca de sus dolores de cabeza y era en esos momentos en los que hacía cosas como preparar comida de más para la semana y guardarla en el freezer. O trazar ese plan inútil por el cual dejaría su trabajo y hasta escoger las palabras para decirle todo lo que pensaba a su jefe. Pero en el fondo seguía adelante y se juraba que si otra vez volvía a sentirse así, entonces tomaría la decisión postergada y volvería a empezar de nuevo. Sí, algo nuevo, eso que a veces pensaba que la estaba esperando a la vuelta de la esquina. Sólo estaba un poco deprimida y en esos momentos, se repetía, lo mejor iba a ser no tomar ninguna decisión apresurada.
-Nada de cambios bruscos, ya sabés, ni mudarte, ni dejar a tu novio ni renunciar a tu trabajo. Aunque no lo quieras, es lo único que tenés por el momento- le dijo una vez una buena amiga.
-Sí, ya sé, una cosa por vez, es un mal momento, sólo eso. Es mi mal momento, pero como vos decís es lo único que tengo. Eso y tal vez todo el tiempo…
-Sí, mucho tiempo de sobra para resolverlo. Pero sentate mañana tranquila y pensá entonces cómo vas a hacerlo. Digo, empezá a mirar los clasificados, decile a ese infeliz lo que te molesta o andá a una inmobiliaria.
-Sí ya sé, es lo mismo que cuando estás borracha y no podés pensar…
-Sí, aunque a mí a veces borracha se me vienen unas ideas muy buenas. Como esa vez que me di cuenta que quería salir con el vecino del tercero.
-¿Y cómo te fue?
-Ya sabés cómo, no preguntes, empieza muy bien pero termina siempre mal.
Y se rieron juntas, porque de eso se trata la vida a veces, te escupe y lo único que podés hacer es quedarte riéndote como una idiota. Eso y por supuesto mantenerse siempre lejos de los objetos afilados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario