domingo, 12 de diciembre de 2010

Hannah y el lugar equivocado


Estaba todo claro. La alegría de esos momentos en que se es feliz con muy poco. Con un gesto inadvertido que para ella era todo. Si pinchaba, ya no dolía porque se había acostumbrado a sus modos, los conocía y no se ocupaba de evitarlos. Eran parte del juego y la alimentaban. Estaba en su casa un día, buscando un par de medias en sus cajones, cuando encontró la nota en su cuaderno:
-“Y si te parece que el sol te va a encandilar, hacete a un lado y quedate conmigo viendo el último día que nos queda”- leyó.
Pensó y escribió:
- “El último día que nos queda es ese en que empezaremos todo de nuevo otra vez”.
Tenían la costumbre de dejarse notas y contestarse. Eran pequeñas sorpresas que se ocupaban de conservar todos los días lo que eran. Pequeñas sinfonías con los acordes justos, como la armonía de los instantes en que todo está en su espacio y tiempo. Se acordaba de la primera vez que lo hizo reír y lo bueno que estuvo ese momento, como se le iluminó la cara y como llegó a creer que aunque nada más pasara, siempre quedaría eso. Si lograba lo que quería, sabía que tal vez iba a ser difícil y que podía llegar a salir perdiendo de nuevo. Pero no le importaba, siempre que tuvieran esos momentos.
La típica melodía sonó en la radio y reconoció la canción.       
-“… y me queda verte
a vos…
y en el lugar equivocado…
Y qué es lo correcto
en el lugar equivocado.
Decime vos qué es lo correcto…”
- Lo correcto sería que hubiese cerrado la boca a tiempo. Soy la amenaza terrorista de mis propias relaciones- le dijo aquella vez su amiga llorando.
- No te cargues el 100 %. Vos sabés que la culpa es compartida y sólo diste el tiro de gracia- le contestó para consolarla.
- Pero siempre tengo la maldita costumbre de empezarla yo.
- Porque sos honesta y te cuesta comprarte buzones…
- ¿Qué puedo hacer para cambiar de una vez?
- No le veo sentido a cambiar, es algo bueno y es lo que me gusta de vos.
- Como dice esa canción, ¿cómo es que se llama?
- “En el lugar equivocado”
- Sí, “decime qué es lo correcto, si siempre estoy en el lugar equivocado”.
- Pero, ¿no te parece que hemos estado todos alguna vez en el lugar equivocado? Lo mejor fue lo que hiciste, te diste cuenta y te fuiste. Yo estuve como dos años en el lugar equivocado. La persona incorrecta, el lugar equivocado y yo incapaz de hacer nada.
- Sí, puede ser…
- No te sientas mal, hiciste lo que debías.
- Solo estoy en un mal momento…
- Y es tu mal momento, como decís siempre vos.
- Nos podríamos dedicar a hacer un dúo cómico.
- Sí y que nos paguen por cada mala relación que tuvimos. Mejor reíte y no llores.
- Siempre en el lugar equivocado.
- Hasta que un día encuentres lo que necesites.

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(Bonus track : “En el lugar equivocado” . Letras: Hannah O. Música: la que te guste)


Algún día,
estaré en el lugar correcto.
Mientras tanto
seguiré intentando
aunque me pierda
en el lugar equivocado.
Mientras tanto
seguiré intentando…

Fuera del tiempo,
¿seguiré siempre
en el lugar equivocado?
Perdiendo el tiempo,
en el lugar equivocado.
Dando vueltas,
fuera de mí…

Y qué es lo correcto,
decime vos qué es lo correcto
si siempre estoy
en el lugar equivocado.
Y me queda verte
a vos
y cómo te esforzaste por tenerlo
pero seguís igual
como yo
en el lugar equivocado.
Sin saber quién sos
y en el lugar equivocado.

Algún día
estaré en el lugar correcto.
Mientras tanto
seguiré intentando
aunque me pierda
en el lugar equivocado.
Mientras tanto
seguiré intentando…

En el lugar de otro,
el sin tierra de mi vida
y me penalizan
por estar en lo incorrecto…
Pero decime vos qué es lo correcto
si siempre estoy
en el lugar equivocado.
Vos y yo
en el lugar equivocado.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Hannah y la jauría



 Sí, pensaba demasiado hasta que se le quemaba la cabeza. A veces no sabía cómo hacer para que sus manos fueran tan rápido como sus ideas y detener a esa jauría salvaje que la acechaba por dentro.
- ¡Ahora vamos a ver al nuevo participante de la nooooooche!- decía con excesivo histrionismo el conductor del programa de éxito.
Cambió de canal y puso las noticias.
- ¡Ultimo momento! Balean a un chico sospechado de cometer un robo. La familia pide justicia.
- Dos más dos no siempre es cuatro- dijo en voz alta.
Otro pibe más muerto y ella no podía parar sus pensamientos.
Mil bocas la acechaban, llena de sangre y fuego como estaba.  Nueve meses de elipsis en su vida y ya no recordaba por qué. Por qué lo había querido mucho y cómo un día dejó de perderse en él. Su histeria de siempre diciendo no. Era como siempre, las mil bocas dormían en otros besos y la jauría acechándola una vez más. Había que hacerlas callar… Se miraba en el espejo y lo buscaba en sus ojos pero no lo encontraba. No había nada. Como si esos nueve meses hubiera estado en una especie de elipsis y volviera inmune de marcas y recuerdos. Miraba para todos lados, cerraba los ojos y trataba de evitarlas. Pensó que si lo dejaba entonces se irían, pero ellas seguían ahí. Cuando esperaba para cruzar una calle, en la cola del cajero, la miraban siempre fijo sin acercársele. Eran sombras que la rondaban y que cuando dormía se alimentaban de sus exhalaciones. Una noche, mientras hablaba con un amigo, aparecieron cuatro y tras un titubeo pudo seguir la conversación. Notó que un par la observaban, querían que les diera algo, algo que tal vez las haría grandes, algo que nunca podrían llegar a entender… No iba a dejarlas ganar aunque se rompiera los huesos. Muchos deambulaban por la vida, gente querida que estaba llena de luz pero que no había podido vencerlas. No iban a poder con ella. Ellas lo sabían y sólo podían auscultarla a la distancia anhelando el momento que nunca tendrían, absorbiéndole el aliento. Una sola vez se atrevió a sentir pena por una de ellas, pero estaba claro que ese ya no era su problema.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hannah y las utopías


- Es cierto, yo también alguna vez quise cambiar el mundo, pero ahora no, ya ves cómo son las cosas- le dijo un día su padre.
-……
La interrumpió antes de que pudiera retrucarle algo. No siempre el que calla otorga. Y siguió:
- Pero no me quejo, la verdad que no, con el tiempo he logrado todo lo que tengo. A vos nunca te faltó nada, ¿no?
¿Era una pregunta retórica o tal vez una autoafirmación que se decía para convencerse de que todo estaba bien? ¿Era por eso que cuando ella visitaba a sus padres, notaba ese silencio entre ellos, esa tensión de punta de cuchillos? “Juntos por los chicos”, pensó y se le ocurrió que era un buen nombre para una banda.
-Mirá hija, no te hagas más problemas. ¿Cómo está ese chico con el que salías, el artista?
- Me peleé hace tres meses, ¿no te acordás que lo dejé?
- Ah, sí, lo que pasa es que vos y tu hermano me marean con sus noviazgos, no les duran nada… Pero era artista, ¿no?
- Fotógrafo y no tenía laburo. Me tenía cansada.
- Y vos sos muy independiente y con tantas ideas, ya vas a conocer a alguien mejor. Pero no te gastes en cambiar el mundo, no hay nada que hacerle, esto fue y va a seguir siendo igual.
- Papá ya sabés que me niego a adaptarme, no voy a ganar pero lo voy a intentar.
- Está bien yo a tu edad pensaba igual.
- Mirá vos, no sabía que los ideales vienen con fecha de vencimiento…
- Con los ideales no se come.
- Pero se duerme tranquilo.
- ¿Y si no tenés dónde dormir?
- Tenés tu vida y tus principios que nadie te los puede quitar. Ni siquiera esa empresa de mierda para la que trabajo y que me chupa la sangre.
- Ay hija, me preocupás mucho a veces.
- No te preocupes que tengo qué comer y dónde dormir.
Miró la hora, se hacía tarde para continuar la conversación habitual de bueyes perdidos.
- Me tengo que ir. Mandale saludos a mamá y decile que en la semana paso a verla.
- Bueno, hija, cuidate mucho por favor, ya sabés que pensás demasiado…
- Sí, papá, no te preocupes, voy a estar bien.
Le dio un beso y se fue. Su padre se quedó un momento pensando y encendió el televisor.

martes, 9 de noviembre de 2010

Hannah y el silencio


Lunes de invierno, frío y lluvioso.
- Otro día azul- se dijo y salió tan apurada que se olvidó el paraguas.
Se acordaba todos los detalles de lo que había pasado unas horas antes. Recordó su beso y el ruido de la puerta al cerrarse después de despedirlo. Los buenos días y los te quiero ganándole al tiempo que los separaba. La noche anterior se les había pasado charlando acerca del mundo que no podían cambiar y después se habían dado cuenta que eran más felices si no hablaban.
- Y si te parece que el sol te va a encandilar, hacete a un lado y quedate conmigo viendo el último día que nos queda- le dejó escrito en su cuaderno.
Eran esos tiempos en que la vida no estaba pensada para los pares y pese a ello se animaban a nadar contra la corriente. Dolía como dolía también el no hacerlo y el ser conscientes que las palabras no alcanzan para decir todo lo que uno quiere. O que el tiempo, ese tirano eterno, es capaz de devorarte como el dios de un cuadro de Goya. Se habían prometido intentarlo y recibir los golpes del otro.
-Tengo miedo de morirme y no alcanzar a hacer todo lo que quiero- le dijo una vez.
- Puede sucederte, pero peor es morirte sin haber cambiado aquello que podés cambiar.
- Sí, pero lo único que no se puede cambiar es lo que uno no ha hecho.
- Sos optimista del vaso medio lleno vos, ¿no?
- Sí y te gano siempre.
- No siempre, a veces te doy la razón como a los locos para que te pongas contenta.
- Hmmm.
- Hmmm, ¿qué? ¿No te diste cuenta que igual te quiero?
- ¿Qué?
- Que te quiero.
- Yo también.
Y seguían así por horas, enredados como estaban en sus juegos, hasta que le dejaban ganar al silencio y a los besos.

sábado, 30 de octubre de 2010

Hannah y los objetos afilados




Necesitaba salir y hacer algo normal, así que fue al supermercado a pasear entre las góndolas. Su trabajo la estaba matando y había estado en uno de esos momentos en que por alguna oscura razón lo de todos los días no tiene sentido. Se sorprendió de las nuevas galletitas dulces que se preparan en tan sólo cinco minutos en el microondas y le pidió a la cajera un calmante.
-¿Algo más?
–Sí que por favor le peguen un tiro al cantante latino que no para de repetir como un desquiciado: te amaré, te amaré, te amaré…- pensó sin atreverse a decirlo.
-No- dijo su versión amable.
A veces creía que se iba a volver loca de sus dolores de cabeza y era en esos momentos en los que hacía cosas como preparar comida de más para la semana y guardarla en el freezer. O trazar ese plan inútil por el cual dejaría su trabajo y hasta escoger las palabras para decirle todo lo que pensaba a su jefe. Pero en el fondo seguía adelante y se juraba que si otra vez volvía a sentirse así, entonces tomaría la decisión postergada y volvería a empezar de nuevo. Sí, algo nuevo, eso que a veces pensaba que la estaba esperando a la vuelta de la esquina. Sólo estaba un poco deprimida y en esos momentos, se repetía, lo mejor iba a ser no tomar ninguna decisión apresurada.
-Nada de cambios bruscos, ya sabés, ni mudarte, ni dejar a tu novio ni renunciar a tu trabajo. Aunque no lo quieras, es lo único que tenés por el momento- le dijo una vez una buena amiga.
-Sí, ya sé, una cosa por vez, es un mal momento, sólo eso. Es mi mal momento, pero como vos decís es lo único que tengo. Eso y tal vez todo el tiempo…
-Sí, mucho tiempo de sobra para resolverlo. Pero sentate mañana tranquila y pensá entonces cómo vas a hacerlo. Digo, empezá a mirar los clasificados, decile a ese infeliz lo que te molesta o andá a una inmobiliaria.
-Sí ya sé, es lo mismo que cuando estás borracha y no podés pensar…
-Sí, aunque a mí a veces borracha se me vienen unas ideas muy buenas. Como esa vez que me di cuenta que quería salir con el vecino del tercero.
-¿Y cómo te fue?
-Ya sabés cómo, no preguntes, empieza muy bien pero termina siempre mal.
Y se rieron juntas, porque de eso se trata la vida a veces, te escupe y lo único que podés hacer es quedarte riéndote como una idiota. Eso y por supuesto mantenerse siempre lejos de los objetos afilados.

lunes, 11 de octubre de 2010

Hannah y los predicadores del odio



Ese día le había resultado muy largo, estaba cansada de las quejas de su jefe y cuando llegó a su casa se encontró con los reclamos de aquel que no hacía nada más que alimentarse de ella. Discutieron de nuevo por lo mismo de siempre y ella se enojó y se fue a comer afuera antes de soltar todo lo que tenía atragantado desde hacía meses. Lo había visto pretender que le importaba, pero ahora ni siquiera eso, y ya ni se acordaba por qué habían empezado a gustarse. Entró en la pizzería a la que iban a pedir siempre la comida, con el ruido de la tele no se escuchaba nada y el chico que atendía no podía tomarle el pedido. Se dio vuelta y buscó una mesa libre, a la derecha un conectado-desconectado y en la otra un grupo de hombres vestidos iguales con una insignia imposible de reconocer. Se sentó en la mesa que estaba desocupada, cercana a la extraña comitiva.  En cuanto se terminó de sentar, uno de ellos se puso de pie y dijo que ya era tiempo de que todos reconocieran que el odio había triunfado.
-Para qué vamos a esforzarnos por intentarlo, debemos hacer la guerra. Somos capaces siempre de tirar la primera piedra y cuando podemos aplastarle la cabeza al que tenemos al lado no vacilamos al hacerlo.-
El chico detrás del mostrador miraba para todos lados y no sabía si echarlo o llevarle la otra napolitana que le habían pedido. El conectado-desconectado estaba en trance hipnótico y no advertía nada y Hannah se lamentaba de haber dejado su infierno doméstico por otro peor. Entonces el que estaba hablando le dijo a Hannah:
- Dígame, nunca sintió realmente muchas ganas de matar al que la molesta, al que le arruina la vida. Ya sabe, entrar una anoche en su habitación y si por ejemplo lo encuentra durmiendo, ahogarlo con la almohada hasta que se le salgan los ojos  y se asfixie. Y agregó en voz baja:
- Yo sé que él la espera despierto pero finge que duerme y usted hace como que no se da cuenta y espera ansiosa el día en que no tenga que verle más la cara al despertar-. Hannah no entendía cómo este tipo que no la conocía era capaz de decirle eso y lo peor es que reconocía algunas de las emociones impolíticamente correctas.
- Lo mejor es admitir nuestra verdadera naturaleza de depredadores, ya sabe somos nuestros propios lobos pero nos han hecho creer por siglos que debemos amarnos-. Entonces intentó emitir una respuesta y otro miembro del grupo le acercó un papel que decía: "SI AL ODIO, NO AL AMOR. El ODIO FORTALECE, EL AMOR DEBILITA. NO SEAMOS MAS HIPOCRITAS Y DEJEMOS QUE EL ODIO REINE. IGLESIA DE LOS PREDICADORES DEL ODIO". Hannah se levantó inmediatamente y se fue del lugar porque su hambre se había tornado en asco.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Hannah y los conectados-desconectados


Hay un lugar en la ciudad en que viven en comunidad-incomunidad un grupo de seres llamados los conectados-desconectados. Se creen una gran familia y piden por todos, pero se inventaron un idioma propio que sólo ellos pueden entender. Hannah una vez se les acercó buscando una respuesta y le dijeron:
- Si quieres realmente ver debes vendarte los ojos y unirte a nosotros en el camino de la conexión-desconexión en donde todos somos un gran todo pero conservamos nuestras propiedades privadas.
Hannah intentó comprender su idiosincrasia y pensó que se trataba de un oráculo mientras los veía bailar juntos y separados. Sus ojos parecían vacíos como lo estaban tal vez sus almas, aunque no pudieran darse cuenta.
- Creen en todo pero no creen en nada, -pensó Hannah-. Prefiero a los que predican el odio porque al menos están vivos.
La vida para ellos es sencilla, sólo se conectan cuando quieren y en cuanto duele se desconectan, pero se pierden la mitad de la historia y como no saben bien de qué se trata inventan las partes escindidas como más les gusta. Pero las partes de cada uno no son iguales aunque hayan podido estar juntos en el mismo lugar al mismo tiempo.
-¿No se acuerdan muchas veces que me vieron y que hablaron conmigo y me dicen que son mis hermanos? ¿Es esta su idea de la vida, un entumecimiento constante de las emociones en pos de la búsqueda de su salvación individual? ¿Por qué se juntan a hacer aquello que los separa? ¿Por qué carajo dicen preocuparse por mí si ni siquiera se acuerdan mi nombre?.
Decepcionada y triste Hannah se planteó todo esto y llegó a la conclusión de que nunca se había sentido más sola que al estar en compañía de ellos.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Hannah y su futuro


“Hay 400 sillones para que te acuestes y vos ya no sos mi problema”, le había dicho Hannah al terminar aquella discusión. Luego salió aturdida de tantas palabras vanas, del griterío y de la caravana de turistas de fin de semana largo de la tele. Se fue lejos a caminar por las calles sin nombre y se encontró en la puerta con un montón de rostros idénticos que miraban la hora y preguntaban cuándo.
-¿Cuándo qué? ¿Cuándo van a ser felices en el medio de este sistema que se alimenta de miserias? ¿Cuándo van a ser felices cuando a unos pibes les pegan un tiro en la cabeza en una ciudad blanca?-, pensó.
Se cruzó con otro que, al verle la cara, le pidió que le contara lo que le pasaba.
-Mira, le dijo, voy a contarte todo y después podrás decirme lo que te parece. La culpa fue toda mía, sí, porque reconozco que hice como en esas películas de terror en las que la rubia va hacia su muerte. Es que me hice mucho mal, sólo con pensar en lo que no debo pensar. También soy culpable de haber amado a quien no se lo merecía y en creer en eso de que siempre hay que poner la otra mejilla. Y por supuesto, tengo la culpa de comerme ese verso de que hay que levantarse temprano para ir a trabajar. Pero ya basta, no pienso vivir más preocupándome por lo que piensan aquellos que no se atreven a hacerlo y no me voy a disculpar por lo que soy: una mujer que trata de seguir sus convicciones-.
El otro se la quedó mirando fascinado y ella comprendió que lo mejor iba a ser que se fuera de ahí enseguida antes de meterse en líos nuevamente, porque a él se le estaban asomando los colmillos y a ella le tocaba ser siempre la ovejita de turno.
Siguió caminando por las calles sin nombre y se cruzó con un grupo de conectados- desconectados que cantaban frases en arameo y la invitaban a prepararse para el fin del mundo. No se detuvo y terminó en un lugar lleno de gente y de pibes de remeras con letras. Se sentó en una mesa al fondo y se quedó observando el movimiento incesante de las zapatillas y los cabellos. Todo parecía transcurrir en cámara lenta, como aquella vez en que una jauría se le acercó pero no pudo con ella.
Al instante notó entre la multitud unos ojos que la miraban. De entre todos los de negro más negro, uno la miraba y volvió a sentir aquello que creía perdido. Inmediatamente dejó de pensar en todo lo que tenía que hacer y decir y se quedó con esa sonrisa y con esas pavadas que te hacen sentir bien cuando estuviste mal. Sabía que no tenía que preocuparse, porque el tiempo se ocuparía de ella y le daría lo que debiera tener. Y si no fuera así, entonces él la acompañaría a su casa y le señalaría el final del camino. Y a pesar de todo, eso estaba bien para ella.

lunes, 16 de agosto de 2010

Las crónicas de Hannah

Hannah y su pasado



Tele encendida en canal de noticias. Platos sucios en la cocina que él otra vez olvidó lavar y su beso dasapasionado en el desayuno terminó de detonar aquello que, como una pústula al borde de estallar, estaba asomando. El ya no la quería, si es que lo había hecho, y ella ya no podía soportar la comedia.
-¿Ya tenés lo que querías?- le contestó enojado cuando ella lo increpó para reclamarle una vez más su falta de atención.
Entonces esta gota derramó el vaso y empezó la guerra de reproches mutuos, y que ella sabía de sus andanzas y que él era un hipócrita que cuidaba las apariencias y que me voy, estoy cansada y me voy.
-Se terminó, no, se terminó, no quiero más, no podemos arreglarlo esta vez, ya no queda nada que arreglar y no intentes repararme porque no estoy rota.
La verdad es que desgraciada e infeliz la había hecho, a ella que se la pasaba corriendo detrás de vanas ilusiones y llenándole los días. Y él sólo le echaba la culpa y demostraba ser incapaz de la más mínima autocrítica. Entonces le cantó una frase de una de sus canciones favoritas, esa que alguna vez cantaron juntos:
“…y cuando te aprendas la letra,
puede que la vida perfecta,
llena de algodones que buscabas
se esté desvaneciendo
como el espejismo que eras…”
Y él seguía esforzándose como quien sabe que lo hace por última vez y le pidió con un tono poco convincente:
- perdón, perdón, por favor.
Y todo con los gritos de una promoción de televisores a mitad de precio en un conocido local de la zona.
-¿No te das cuenta que resultaste ser uno más de ellos?- le dijo ella furiosa.
Luego siguió con la letra:
“Volvete a tu mónada de egoísmo,
no intentes desdoblarte.
No te camufles en ideales
que no entendés.”
-Serías más creíble si te hicieras cargo de lo que sos y te dedicaras como todos los demás a la conexión-desconexión.
-“Porque a más de uno
le tocó salir de un lugar peor
pero igual nunca quiso
ir a Robotlandia”-, siguió tarareando.
- Me voy y sin quejas, por favor. Y te pido que a donde sea que vaya, no me busques más con la mirada. Hay 400 sillones para que te acuestes y vos ya no sos mi problema.
La imagen del locutor dando las buenas noches se desdibujó en la fría pantalla.

lunes, 9 de agosto de 2010


Brilla el verde,
brilla el blanco que encandila,
los sensores se activan.
Hola anochecer.
¿Qué me espera?
Una vez más la aventura
de volver a casa y
no fallar en el intento.
En este instante que escribo,
me sonrío pensando
en cómo te ves bajo la piel.
Como un camaleón desorientado
vibran tus colores.
Qué bonito es todo,
mira qué bonito.
Una calesita de colores
gira y gira,
y sube alto, alto
hasta las nubes
a volar con angelitos.
Esos que imaginaba de pequeña
que me daban
frutillas en la boca.
Y me decían
que me quedara tranquila,
que las sombras un día se irían
y que entre las lágrimas
llegaría el día de Sol.

lunes, 5 de julio de 2010

Poesía de remeras con letras



Negro más negro,
remeras con letras.
Brazos, codos, piernas
vuelan,
se tocan sin pudor,
empapados en transpiración del otro.

Negro más negro,
suenan arengas de aquellos
que todavía se creen capaces
de utopías,
aunque puedan llevarlos presos
por hacer el intento.
(En días extraños
donde el número uno reina)

Juntos en perfecta sincronía,
como un bloque de hoplitas
se retuercen para ayudar
al que no tiene que caerse
porque si lo hace,
perdemos todos.

Sin ensayo, sin escuela,
su danza es poesía
de negro más negro,
de remeras con letras.

martes, 15 de junio de 2010

Catálogo de hombres II


3. El que sale con una más joven

Acompañado por su accesorio último modelo, se pavonea para todos lados. Chofer de sus amigas, se camufla en expresiones y modas jóvenes. Las busca a medida y cuando se gastan, las deshecha o les paga las cirugías. Vive a la misma velocidad con la que terminan sus relaciones. No le gustan los no y se asegura de evitarlos junto a coequipers menos experimentadas. Puede que encuentre a la joven dócil tipo chica Disney y su sueño se realice, siempre y cuando no le salga el tiro por la culata y ella, más buena que nunca, lo abandone por su instructor de Pilates.

4. El dominado (¿Para qué describirlo? Véase la dominante)





5. El ex que todavía te desea
Tras su aspecto superado notás que cuando no lo ves te echa una mirada de aquéllas y ante tus movimientos femeninos se queda perturbado. Es como una olla a presión que no puede salir o que se desquita con otra que tiene tu cara. Tal vez queden como “amigos” y un día, deja vu mediante, te alcance a tu casa. Entonces segura de que si le tirás una soga, se encaramaría cual Tarzán, hacé memoria y acordate que los motivos por los cuales no funcionó siguen ahí esperándote.
Compatible con la que tu ex tiene.

viernes, 28 de mayo de 2010

Catálogo de Hombres I



1. El nene de mamá

A ella debe su único mérito: el negocio familiar. Todas las decisiones deben pasar por el ojo atento de la patrona, cuya sentencia de muerte le ha dictado más de una nuera. El se casó con vos esperando que seas su madre y mejor que sepas cuidarlo para que no te deje por ella. Consentido y acostumbrado a la buena vida, no esperes que cambie una lamparita y si se llega a enfermar mejor exiliate unos días en lo de una amiga. Recomendable sólo para aquellas con exceso de amor maternal.

Compatible con la novia pila

2. El Don Dejado

No hace nada, todo está bien (incluso la casa a medio hacer) y vos te peguntás porqué te metiste con esto. Hecha una diosa le preparás una noche de pasión, cuando él ni siquiera se bañó. Siempre construye castillos en el aire, pero es incapaz de mover un dedo y culpa a la mala suerte de su falta de trabajo, salud o tesis inconclusa. Menos el sexo, todo lo empieza y no lo termina. En cuanto te des cuenta de su verdadera naturaleza, tendrás que, sí, ser vos la que lo deje. Unos años después es probable que siga detenido en el tiempo o que por fin se haya puesto las pilas cuando a vos ya no te interesa más.

Compatible con la que siempre rema y la novia pila.

domingo, 2 de mayo de 2010

El blues que no tiene fin


La lluvia golpea los vidrios, como aquella noche dulce que pasamos en el medio de la nada que siempre me supiste dar. Pasan los meses, llega el año y me encuentro contando los días como preso en eterno calabozo. Las lágrimas se secaron hace rato y sólo queda el sabor amargo de una conversación pendiente. Vos seguiste adelante, caíste parado y encontraste un nuevo pasatiempo. Pero la verdad es que los seres humanos no somos comodines que pueden ser prescindibles según el humor y la medida de los sentimientos. Te fuiste como viniste, sin prisa y despreocupado. Sin importarme el aviso de desalojo, yo me quedé bailando en un edificio en ruinas. Y así seguiré en esta melodía azul que no tiene fin, esperando la nota que señale el final del juego.

jueves, 15 de abril de 2010

Catálogo de mujeres VIII


17. La ex

Carga con el karma de ser la ex, el testimonio vivo de lo que fue, el souvenir de mal agüero. A donde va se siente fuera de lugar, los extraños la conocen y los conocidos la ningunean. Se convence de que salió ganando, se quedo con la casa, los chicos y sin la suegra; él con un departamento y su novia veinte años más joven. Cansada de haberle dedicado los mejores años de su vida, dijo basta, se hizo las lolas y volvió a salir. Todo para cruzarse con treintañeras, gays y separadas que a coro le afirman que ya no hay hombres.

18. La calienta pavas
Su deporte favorito es el franeleo y conoce a fondo zaguanes y calles oscuras. Disfruta de las atenciones masculinas, pero jamás deja que el pedido llegue a destino. Siempre vestida para matar, genera miradas que no encuentran satisfacción. Como una diva tiene un club de admiradores, que mantiene a reglamentaría distancia, y a los que recurre para darle de comer a su amor propio. En su mundo de apariencias, su máximo goce es el control. No es de extrañar que cuando finalmente pise el palito, lo haga con el más langa del lugar y corone la noche en el último minuto con un “no”.

viernes, 2 de abril de 2010

Por el camino más largo


¡Pará de gritar loco! Qué estás esperando, que tus ojos se pegoteen a los míos, que haga a un lado el sol porque te gusta ensombrecerte, que me desangre en linfa por vos… No te supiste complacer y venís a echármelo en cara como si fuera yo culpable. Culpable soy de malinterpretar tus ambigüedades, tus zonas grises de a miles que me quieren tener siempre ahí, esclava de ellas. ¡Pará loco! Ganále vos a tus sombras, que esa ya no es mi batalla. Bien supe hacerlo sola todo este tiempo y no te necesito para ello. Autogestión pura lo mío, viste. ¿Me viste? ¿O se te pasó de nuevo, metida tu cabeza en la tierra, ahogado en tu culpa, hundido en tu fosa? Llevate la luna si querés, pero dejame un pedacito para el camino. Es largo y tengo tiempo, mucho, de sobra, para masticarla y dejarla derretida en mi estómago. Mis vísceras arden, las hiciste arder vos una vez cuando supe que nunca me querrías porque deseás lo sencillo, lo manejable, lo que podés entender, lo que es todo tuyo… Yo también lo quería, pero no con vos, con tu otro imaginario, ese que me hacía caso, me sonreía y me decía que todo iba a estar bien. ¡Salí a gritar afuera, a saltar si querés, a estrellarte la cabeza por ahí! Salí pero no vengas a turbar mi lago de soledad que es pura calma y se autoabastece solo con las mil bocas y ojos que devora a diario. Los muerde, les arranca trozos de piel, carne, retina, saliva y lágrimas. Vos no supiste hacerlo, no te salía ir por el camino largo. Andate a buscar fugaces luceros que se desvanecen en cuanto la noche se muere. Se muere para nosotros, vos y yo, después de quemarnos que fue lo único que solíamos hacer. Buena suerte, entonces. Ya no quiero tu fuego, el deseo, la ansiedad, los nervios, tu soledad, la desidia, la falta de ganas, todos esos etcéteras. Volvete a tu tierra de sombras y dejame alimentarme de la luz y la vida que me rodea. Tal vez encuentres alguna muñequita de barro para darle la figura que mejor te cuadre y yo pueda hallar aquello que creía perdido y que ya está esperándome antes de conocerlo. Aquello que sea capaz de estar ahí al otro día, al otro y al otro, cuya sonrisa brille y permanezca para mí. Siempre hacia adelante, a lo desconocido que está por venir, a lo que se encuentra yendo por el camino más largo.

martes, 23 de marzo de 2010

Catálogo de mujeres VII



15. La chica Disney

Ve la vida color de rosa, todo tiene que ser dulce y el término “divino” es su muletilla. Le gustan las telenovelas centroamericanas que le quemaron la cabeza por años haciéndole creer en el final feliz con perdices. Tan positiva que nos empalaga, dudamos que la realidad la toque con su cuota de sufrimiento y sombra. Una vez encuentre al hombre de sus sueños, esta niña azucarada pondrá en marcha el plan de boda perpetrado desde su infancia. Es probable que viva feliz un extenso matrimonio y perpetúe su legado, previo adoctrinamiento de su princesita sucesora.

16. La que no lo ama

Le pone ganas pero no hay caso. Rumbo al sexto mes de pareja, se atormenta buscando el momento para dejarlo y la cercanía de las fiestas no la ayuda. Lo mira y no puede evitar verle la cara de carnero degollado, de sentenciado frente a pelotón de fusilamiento. Dicen que en una pareja quién menos ama es más feliz, pero en su caso es una condena. Como un mal que necesita ser extirpado y cuando no se hace aumenta de tamaño, su culpa se acrecienta a límites insospechados. Cada semana se convence de que le va a pedir un tiempo sin retorno, pero él es tan bueno y tiene esa cara de ya saben qué… La verdad es que no quiere estar sola y en cuanto encuentre la próxima liana, seguirá su camino sin mirar atrás.






domingo, 7 de marzo de 2010

Catálogo de Mujeres VI



13. La que sale con dos

Es la mujer justiciera para muchas, la que sale con dos. Nos preguntamos asombradas cuál será el secreto de su sobreabundancia y si el destino nos deparará por lo menos una alegría. Mientras ella sonríe porque sale y goza por partida doble, indecisa nos pide consejos y nosotras le sugerimos que se arme un hombre combinando los dos que tiene o, que mejor se deje de joder, elija de una vez y al otro lo devuelva al devaluado mercado de solteros.


14. La que tu ex tiene
(esta no puede ser muy divertida)

Cuando una relación fallida
termina creemos que no puede sucedernos algo peor, hasta que aparece ella y echa por
tierra lo poco que quedaba de nosotras. Sonreímos y les deseamos entre dientes la felicidad, mientras nos imaginamos en el mejor de los casos que ella lo hará
cornudo y él, desconsolado, se hará gay. Dicen que escoba nueva barre mejor y a los pocos meses de iniciada la relación nos afirmamos como un mantra que no durará y él terminará haciendo agua por los agujeros que supimos padecer. A no desesperar amigas, el remedio sobrevendrá cuando la profecía se cumpla y/o cuando aparezca algún otro que llene el lugar vacante.


miércoles, 24 de febrero de 2010

Catálogo de mujeres V


11. La comehombres

Su dieta no discrimina por edad, clase social o ideología. La ven venir y se le arriman como moscas al dulce y ella les sonríe leyéndoles la mente. Como una mantis se aparea para luego dejar al macho y volver al nido satisfecha. Se sabe al pie de la letra su rol de mosquita muerta y más de una la mira con bronca cuando le sonríe a su chico. Salta de cama en cama sin tiempo para conocer las miserias y a veces se lamenta porque, después de todo, le gustaría tener una pelea y un poco de drama.

12. La que no se quiere casar
No se quiere casar, la verdad que no. ¿Para qué? ¿Para terminar separada como su madre? Dueña de sí misma, se ha dedicado en alma y cuerpo a su realización personal y ya va por su segundo doctorado. Los hombres son para ella chicos delivery que llenan su escaso tiempo libre. Bosteza en las reuniones sociales de sus contemporáneas en las que los hijos, las cuotas del colegio y sus enfermedades son los tópicos habituales. O, si se aburre demasiado, busca una excusa para escaparse e ir a bailar con su amigo gay más cercano.

martes, 16 de febrero de 2010

Catálogo de Mujeres IV


9. La que fuma por él
Consume sus cigarrillos al ritmo que se consume por dentro. La ansiedad no logra aún matarla y se jura que va a dejar de fumar del mismo modo que juró dejar de pensar en él. Las cenizas le recuerdan las promesas incumplidas y las noches perdidas a su lado y mientras prende el siguiente se imagina que todo va a cambiar y va a ser mejor. Si pudiera dejarlo, se dice, entonces dejaría de fumar. Finalmente da el gran paso y le pide que se tome el buque, para luego encender otro más para olvidarse de él.

10. La dominante
No le deja ni un minuto de respiro, que a dónde vas, con quién y a qué hora volvés. El chantaje emocional es parte de su estrategia y emplea toda clase de artimañas para boicotearle la vida. A simple vista parece inofensiva, pura dulzura; pero es más peligrosa que diplomático en cumbre mundial. Conocedora de las sutilezas de su arte, siempre logra salirse con la suya y no es de extrañar que enganche buenos candidatos. Las buenas mujeres perplejas se preguntan qué mal aqueja al sexo fuerte para elegir semejante cortamambos, aunque la verdad es que él no piensa dejarla porque tiene un 50 % de culpa invertida en la relación.

lunes, 8 de febrero de 2010

Algunos textos breves

Instantánea de una noche fugaz

Si acaso nos chocamos fue tan sólo un instante en el que me perdí y del que ahora no puedo salir. Todas las piezas encajaron y todo fue perfecto, pero duró sólo segundos que se escurrieron como agua entre mis dedos. Ahora el viento me visita y me aferro a lo poco que tuve, algunas noches fugaces y el gusto de tus besos.
Nueva medicina

Tengo el alma envenenada. Necesita una nueva medicina que la purgue para que pueda seguir adelante, para que diga: “uno, dos, tres, va de nuevo”. Está enferma y no encuentra médico que dé en el clavo con el diagnóstico y, para colmo de males, no paso el jarabe que me ofrecen los zánganos a mi alrededor.


S/T
Algún día, lo sé, dejaré de buscar paliativos para el dolor y me sumergiré en él como en las aguas de un río conocido, y nos daremos la mano y nos saludaremos como viejos amigos.

martes, 2 de febrero de 2010

Catálogo de Mujeres (III)

Dicen que las mujeres no son todas iguales, por eso he aquí un catálogo de mujeres:


7. La que siempre rema

Los invita a salir, consigue los teléfonos y da el primer beso. Cansada de remarla siempre, se pregunta cuándo encontrará a un hombre con huevos y se conforma con solteros treintañeros confundidos y recién separados en pleno duelo. Cansada de ponerle siempre onda, decidió hacerse la difícil, y ver qué sucedía. Como resultado de su táctica, ahora se le acercan… el doble de pelotudos.

8. La mentirosa

Algunas son buenas para vender algo, otras tienen inteligencia, ella sabía mentir. No podía evitarlo, ya desde niña convencía con cualquier excusa a la maestra cuando no hacía la tarea. Si él sospechaba algo, daba vuelta las evidencias con mil y un argumentos que resultaban imbatibles. De golpe se encontraba diciendo cosas que no sentía y una vez que empezaba no podía parar porque la mentira se alimenta de más mentiras y se vuelve tan convincente que pasa a ser verdadera. Llegada a este punto, su vida era un infierno, y necesitaba ser honesta. Entonces una mañana escupió de golpe toda la verdad, le dijo que ya no lo quería, que era un cornudo y que no lo soportaba más. Incrédulo él sonrío y le dijo que cuando se le pasara la locura, lo llamara.

sábado, 30 de enero de 2010

Catálogo de Mujeres (II)


Dicen que las mujeres no son todas iguales, por eso he aquí un catálogo de mujeres:
4. La novia pila


Hace como ocho años, cinco meses y dieciséis días que están de novios. Los dos estudiaron, se recibieron y consiguieron trabajo, es decir que todas las razones esgrimidas durante años ya no pueden dilatar el ansiado final, el broche de oro de sus vidas. Pero él nada, ni mu acerca del asunto y ella no piensa seguir papando moscas hasta perder la cordura y la fertilidad. Entonces un día, hastiada por tanta calma, le pregunta qué pensaban hacer al respecto, qué esperaban (¿la muerte?) y él no tuvo mejor idea que contestarle que primero se compraran un terreno y se hicieran la casa. Resignada aceptó, terminaron de hacer la casa y sí, entonces, se pelearon.

5. La despechada


Va por la vida hecha una sombra, como si tuviera sobre su cabeza una nube permanente cargada de lluvia y tormenta. Se consume por dentro recordando los más mínimos hechos y detalles, determinando culpables y castigos. Con la cola entre las patas piensa verlo algún día regresar, para altiva y triunfadora decirle que no, que ya no lo necesita y poder tararearle una letra de Pimpinela.

6. La que sigue enamorada del mismo


Pasan los años de su vida y ella sigue enamorada del mismo perejil que nunca le dio bola. Está con otros, pero no, ninguno se parece a él, ninguno sonríe como él, habla como él, camina como él… Se sabe toda su vida, lo adora más que a cualquier actor de Hollywood y si él la dejara sería capaz de darle todo. Sus amigas no saben qué hacer, intentan convencerla de que es un idiota, un vago y un mujeriego, pero ella enceguecida niega todos los cargos y sólo ansía el momento en que él le devuelva una mirada. Finalmente, un día él se le acerca, la mira a los ojos y le habla suavemente, y entonces ella, luego de verle un trozo de comida entre los dientes, descubre que después de todo, él era uno más del montón.

jueves, 28 de enero de 2010

Catálogo de Mujeres (I)


Dicen que las mujeres no son todas iguales, por eso he aquí un catálogo de mujeres:

1. La que siempre espera
El se fue un día, después de decirle que necesitaba tiempo y ella todavía lo espera. Le aguantó todas, si él no quería no, si él quería sí, que sí, que no, que no sé, mejor seamos amigos o mejor no… Y ella como una idiota se quedó esperando a que él se decidiera. Ahora él está casado, tiene dos hijos y ella está menopaúsica.


2. La “otra”

Su vida en un tren frenético de horarios para poder verlo, llamados fallidos y deambular de manzanas espiando cuando va a buscar a los chicos al colegio. Cuando se ven vuelan las ropas, es pura pasión y frenesí, sin condiciones ni seguros. Ella es la otra, la que recibe los regalos, la que le conoce el mejor humor pero también la que lo extraña cuando pasan los días agobiantes. Un día él vino con la idea se separarse y ella le dijo que no, que mejor cada uno en su casa, no era cosa que pensara que ella le iba a planchar y hacer todas esas cosas que hace una mujer casada.


3. La cornuda conciente
Se sabe cornuda, era novia cornuda y ahora es casada recontra cornuda pero casada al fin. Ya conoce todas sus estrategias, identifica los perfumes y se recita de memoria sus excusas: me hicieron esperar, pinché una goma, estoy cansado… No le importa, se conforma con ser la madre de sus hijos y algo así como la relacionista pública que mantiene el orden de la sociedad.

lunes, 25 de enero de 2010

Si tan solo me dejaras


Baja de una vez chico de la luna para que pueda abrazarte y decirte al oído todo lo que te he extrañado, todo lo que he crecido y todo lo que te quiero. Deja de flotar entre las estrellas para que pueda darte mi abrigo y ya nunca más estés solo. No te engañes con los cometas que brillan mucho y duran poco, tú tienes luz propia y si tan solo me dejaras, yo te ayudaría a descubrirla. En mis manos no hay oro ni diamantes, sólo los tesoros que mi alma ha juntado con el tiempo y que sabes que te pertenecen.

Con arco iris y finales felices



Empecemos todo de nuevo, sin reproches y culpas.
Empecemos todo de nuevo, sin expectativas pero con esperanzas.
Empecemos todo de nuevo, vos sin ella y yo con vos.
Empecemos todo de nuevo, con transparencia y sin apariencias.
Empecemos todo de nuevo, sin miedos ni vergüenzas.
Empecemos todo de nuevo, sin medias tintas ni ambigüedades.
Empecemos todo de nuevo, vos un poco más y yo un poco menos.
Empecemos todo de nuevo, con menos razón y más corazón.
Empecemos todo de nuevo, pero esta vez con arco iris y finales felices