Estaba en un momento de inflexión, pronta
a lanzarse desde un acantilado. Tenía que decidirse antes de que la nieve se
derritiera y el agua tibia comenzara a arrullarla dulcemente.
Estaba en Siberia, conocía cada uno de sus
accidentes, sus escasos árboles ya lo no la abrigaban y el viento no era más
que un viejo eco.
¿Dónde iría? ¿Cómo lo haría? Debía
lanzarse fuera del monótono paisaje para encontrar lo que muchos buscaban desde
infinitos siglos. Pero no debía olvidar que debía hacerlo con plena conciencia
y nunca desde el revanchismo.
Tenía que llegar a ser mucho más de lo que
creía que era capaz de hacer por amor. Ir hasta la raíz de sí misma para poder
mirarse a los ojos y reconocerse.
Confiar, necesitaba volver a confiar en
alguien. Necesitaba saber que no estaba sola, que había muchos como ella.
Muchos dispuestos a nacer de nuevo para llegar a ser lo que tenían que ser.
El silencio se estaba por agotar, la
inacción dejaría lugar al movimiento. Se acercaba el momento en que debía sacar
a relucir sus instintos, como un tigre que se le apareció entre sueños. La
bestia caminaba lenta pero atenta a la menor e inminente señal. Era bella y
salvaje al mismo tiempo y con su insistente mirada intentaba decirle algo, algo
que ella ya sabía pero que no se acordaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario